—Sí. He dicho, sí. Que sí, que sí —repito airada a esa cara de panolis con rictus conservador.
—Perdona, creí entenderlo mal, pero veo que tus aires de grandeza no te dejan ser objetiva.
—No te das cuenta de nada, chaval.
Me pongo de pie, cojo la chaqueta y me retiro de la entrevista con una sensación amarga, esa que te deja el haber perdido tiempo en causas que no tienen solución.
Jamás podré encontrar mi sitio siendo “yo”.
Entreno este carácter a diario para encajar en una sociedad dócil, que soporta los azotes del sistema bajo la falsa piel del buen ciudadano. Las cicatrices se llevan por dentro y en silencio.
Juro que lo intento, lo intento a más no poder.
Obedecer y acatar órdenes sin rechistar es mi materia pendiente en esta carrera de sumisión social, que te da por culo sin contemplación.
Por eso estoy aquí, desfogando en palabras todas esas frustraciones que me asfixian. Y porque aquí puedo escribir lo que me da la gana sin exigencias de nadie.
En mi blog soy libre, sin más.
Por cierto, “tengo el mejor blog”, le dije a mi entrevistador.
Se rio en mi cara y, a continuación, se inició un debate interesante sobre capacidades, liderazgo, humildad, soberbia y rebeldía.
La que ha perdido he sido yo, por supuesto, y no por falta de argumentos, sino porque el que tiene el poder es el que siempre gana.
Así funciona todo.
Fin de este absurdo intento de tratar de pertenecer a una clase trabajadora hostigada por la desigualdad.
Soy artista por naturaleza e inversora por necesidad.
Y en esta competición por la supervivencia me he encontrado en la tesitura de tener que elegir entre dos opciones:
- Dedicarme a la escritura viviendo debajo de un puente. O…
- Subirme al carro de la especulación para financiar el precio de esa libertad que cada día es más cara.
Sea como sea, el camino escogido me está colmando de experiencias trascendentales para avanzar en esta jungla llamada mercado. Sus movimientos son de infarto y follármelo me está resultando francamente difícil.
Pero disfruto cada paso, porque me han sodomizado tanto en la vida que llega un punto en que el dolor desaparece, y solo el placer de sentirte invencible guía este duro recorrido.
No sé si os lo conté, pero siempre se apodera de mí esa Luci artística y sexual, así que mi relación con las finanzas es desde ese prisma. Sin esa chispa, mi deambular sería sombrío, como todo lo que rodea este mundo.
Invierto, sí. Pero con humor, arte y sexo, mucho sexo.
¡Bienvenidos al blog más estrafalario que jamás encontraréis!